8 Cosas que nunca se deben decir en una discusión (es una receta para el desastre)

8 Cosas que nunca se deben decir en una discusión (es una receta para el desastre)

Lo primero es lo primero. Cuando te metes en una discusión, recordar qué decir o qué no decir nunca es casi imposible a menos que aprendas cómo funciona una pequeña pero poderosa parte de tu cerebro: la amígdala.

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La amígdala, a veces llamada “el cerebro de lagarto”, es una parte de tu cerebro límbico responsable de la lucha, la huida y la inmovilización. Cuando alguien te hace sentir amenazado, por ejemplo, los productos químicos son expulsados a través de tu cuerpo, poniendo a tu amígdala en alerta máxima mientras disminuye tu capacidad cognitiva.

Recuerda esto: cuando tu cerebro de lagarto esté en la casa, mantén la boca cerrada durante 90 segundos. Respira. No repitas las imágenes que te causaron la ira en primer lugar. Entonces, recordarás y tendrás la capacidad de evitar decir las siguientes afirmaciones:

Discurso de combate:

Tú siempre…” o “Tú nunca…
¡Eso es ridículo!
No sabes de qué estás hablando“.
Estás lleno/a de %$#.

Respuestas pasivo-agresivas:

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¿Por qué te pones tan emocional?
Mírate… ¿Por qué estás tan enfadado?
¡Cálmate!
¡¿En serio?! No sé de qué estás hablando.

La pérdida de la capacidad cognitiva puede salvar una vida cuando tienes que trepar a un árbol, saltar una valla o arrancar la puerta de un coche en llamas para salvar a alguien dentro. Pero cuando tu incapacidad para pensar racionalmente durante una discusión no puede evitar que digas algo equivocado, una relación o un trabajo pueden estar en juego.

Ahora, si puedes recordar que la reacción química que desencadena tu cerebro de lagarto sólo debería durar 90 segundos, puedes recuperar tu poder más rápido que nunca, sugiere la neurocientífica Jill Taylor Bolte:

Esto significa que durante 90 segundos puedes ver el proceso que ocurre, puedes sentir que ocurre y luego puedes ver cómo desaparece. Después de eso, si sigues sintiendo miedo, ira y demás, tienes que observara los pensamientos que estás pensando que están reestimulando la [respuesta negativa]“.

Al final del día, una persona tiene que ver si el problema merece ser resuelto y la relación merece ser preservada. Tú puedes ser esa persona, aprendiendo cómo tu cuerpo y tu cerebro reaccionan a las amenazas percibidas, cómo dejar que la respuesta de pelear o escapar se disipe y eligiendo dejar de lado la comunicación combativa, sarcástica o pasivo-agresiva.

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¡Puedes hacer esto!

Fotografía: mohamed Hassan


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