Si recuerdas estas 5 cosas de la niñez, eres muy propenso a la ansiedad

Si recuerdas estas 5 cosas de la niñez, eres muy propenso a la ansiedad

La ansiedad es una condición complicada. Puede ocurrir en cualquier momento de tu vida y hay muchos factores diferentes que podrían potencialmente desencadenarla o hacer que comience a desarrollarse. Las experiencias de la niñez te afectan más tarde en la vida de muchas maneras diferentes. Es posible que hayas escuchado que las cosas que te suceden más temprano en la vida también pueden afectar tu ansiedad y condiciones similares. Pero lo que tal vez no sepas es que si recuerdas estas cosas de la infancia, eres mucho más propenso a la ansiedad que si estas cosas no fueran parte de tu educación.

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Muchas de las cosas que pueden afectar la probabilidad de que alguien desarrolle una condición como la ansiedad no son particularmente raras, son cosas que muchas personas experimentan mientras crecen. Aunque el hecho de que hayas experimentado este tipo de cosas no significa que definitivamente desarrollarás ansiedad o cualquier otra condición, pero tus experiencias podrían hacer que sea más probable que lo hagas.

Si estás lidiando con síntomas de ansiedad o te preocupa que puedas estar desarrollando la afección por cualquier razón, hablar con un terapeuta sobre lo que está sucediendo y lo que está experimentando podría ayudar. También podrían darte algunas ideas sobre cómo lidiar con tu ansiedad por tu cuenta, siempre que sientas que esos síntomas están apareciendo.

Saber cómo tus experiencias anteriores podrían impactarte más tarde en la vida puede parecer que no te hará mucho bien, pero conocer tu riesgo potencial de desarrollar ciertas afecciones – y saber a qué prestar atención – podría ayudarte a saber cuándo es el momento de pedir ayuda.

1. Ser intimidado

Un estudio del 2013 publicado en JAMA Psychiatry encontró que los niños que fueron intimidados cuando eran más jóvenes eran más propensos a desarrollar ciertas condiciones de salud mental en la edad adulta, al igual que los niños que intimidaban a otros. La depresión, la ansiedad, el pánico y otras condiciones fueron todos los resultados potenciales. Aunque no todas las personas que fueron intimidadas desarrollarán cualquier tipo de condición, vale la pena notar que tanto los intimidadores como las víctimas de la intimidación eran más propensos a experimentar este tipo de cosas un poco más tarde en la vida.

2. Tus padres tienen ansiedad

Resulta que ver a tus padres o cuidadores primarios experimentando ansiedad también podría aumentar tu riesgo de desarrollar la afección. Un artículo de Child Mind Institute señaló que cuando los niños ven la ansiedad de sus padres, eso puede llevarlos a concluir que esas situaciones justifican ansiedad o preocupación y que hay algunas investigaciones que indican que los niños de padres con ansiedad también podrían ser más propensos a actuar de manera similar a sus padres. Aunque la ansiedad de tus padres podría no haber tenido ningún impacto en tu caso, parece que puede afectar, así que no es algo que debas descartar o ignorar.

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3. Nunca pudiste correr riesgos al jugar

Si no se te permitía correr riesgos cuando jugabas de niño porque a tus padres les preocupaba que te hicieras daño, eso también podría hacerte más propenso a la ansiedad. Un estudio de 2011 publicado en Evolutionary Psychology encontró que el juego que requiere tomar riesgos podía ayudar a aprender a manejar situaciones que pueden ser potencialmente peligrosas. Si te has estado perdiendo ese tipo de juego, esas situaciones pueden ser más difíciles de manejar.

4. Situaciones estresantes durante mucho tiempo

En un artículo en su sitio web, el Alvarado Parkway Institute señaló que experimentar una cantidad significativa de estrés durante un período prolongado de tiempo también puede hacer que seas más propenso a la ansiedad. Si tu infancia fue generalmente estresante para ti, sin importar la razón, eso podría significar que eres más susceptible a desarrollar ansiedad que las personas que no experimentaron mucho estrés mientras crecían.

5. Tus padres no siempre te comunicaron afecto

Si creciste en una familia que no era muy afectuosa, eso podría haberte afectado más de lo que crees. Psych Central anotó que un estudio de la Universidad de Notre Dame encontró que los adultos que no habían recibido mucho afecto cuando eran niños eran más propensos a informar que tenían problemas con la ansiedad y la depresión que los que crecieron en hogares más afectuosos.

Aunque hay muchos factores que pueden influir en sí desarrollarás o no una condición como la ansiedad o cuándo podría desarrollarla, algunas de las cosas que experimentaste mientras crecías en realidad podrían haber tenido más efecto en ti de lo que hubieras pensado.

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Fotografía: Pixabay


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